Nos dijeron de cosas. Nos llamaron ateos, parias, borrachos de tres pesos. Se tomaron la molestia de informarnos, de ponernos al tanto de nuestra condición de refugiados. Y nos vimos las manos, tirados en el piso y con la cara de espanto.
¿Qué acaso no
éramos fantasmas? ¿Qué no se suponía que las ganas de vivir eran de aquellos?
Ahora resulta que nos han visto la cara de… Pues la cara, simplemente. Que ya hace
tanto tiempo que nos separamos de un cuerpo, que la idea de ser algo concreto nos
parecía un recuerdo de antaño.
Pero está bien, si así nos quieren pensar, pues que nos piensen como quieran.
Oye pero
eso de ateos…¡Es no tener madre!
Según el TVyNovelas:
* Texto alterno